Se despertó con suma prisa, rauda acudió al cuarto de baño, para iniciar el día con las acciones cotidianas, el aseo personal era obligado.
Abrió el armario empotrado donde guardaba las cremas, medicinas...
De pronto algo cayó a la velocidad de un rayo, solo tuvo tiempo de cerrar los párpados, al abrirlos vio que fluía un torrente de sangre que imposibilitaba su visión.
Cerró los ojos, a tientas buscó una gasa para limpiarse la sangre que a ciencia cierta desconocía su procedencia.
¡Maldita sea! con la prisa que tenia...
Cuando hubo terminado la cura, abrió los ojos de nuevo y quedose atónita, su párpado izquierdo tenia una profunda herida de izquierda a derecha, un corte limpio.
Bajó los ojos hasta el suelo del armario y allí encontró el causante del daño.
Una carpeta de cremallera que nunca debía de haber estado allí había estado a punto de dañar la esclerótica de su ojo izquierdo, pudiendo haberla dejado ciega.
Cuando caminaba ausente hacia la parada del autobús no pudo dejar de pensar en el accidente , vivía sola,aquella carpeta no era suya.
¿Quien la puso allí?.
Cuando volvió a casa abrió el armario de nuevo,la carpeta no estaba, en su lugar una fina cuchilla de afeitar cubierta de sangre era el mudo testigo de la agresión, la carpeta asesina había desaparecido sin dejar rastro.