*EL SECRETO QUE OCULTAN SUS OJOS*

El viaje



Oculta entre las sabanas cavilaba los planes en su cabeza. Vio su bolso descansando en la silla, tenia sus pertenencias guardadas en él. Había forjado un plan y en pocas horas se haría realidad. Sonó el despertador sobre las seis de la mañana, se duchó, vistió y antes de salir se miró en el espejo de su habitación, caminó con paso firme hasta la estación del metro que la llevaría al cementerio, iba a despedirse de sus padres como hacia siempre que iniciaba un viaje.
Oró en silencio ante los despojos familiares y a la salida del camposanto llamó un taxi que la llevaría al aeropuerto.
Estaba sentada observando el horizonte mientras se elevaba el avión,pensaba en todo lo que había dejado atrás y sonreía para sus adentros, en dos horas estaría en su destino.
Iba a un lejano lugar donde podía sentir las cuatro estaciones del año en un solo día sobre su piel, estaba imbuida en sus pensamientos cuando la azafata avisó de que se abrocharan los cinturones. Aterrizo el avión lucia un sol esplendido, estaba en la isla donde había dejado enterrada su amada mascota, una vez hubo pasado el control, cruzó el aeropuerto no necesitaba esperar por qué su equipaje se limitaba a su gran bolso, encamino sus pasos y alzando la mano paró un taxi que la llevará ante la tumba de su gato, hizo que el taxista se detuviera y esperara mientras ella se despida y depositaba unas flores ante su pequeña tumba, unos maullidos trajeron a su mente el recuerdo de los años pasados a su lado, mientras una lágrima recorría en silencio su rostro, entró de nuevo en el vehículo...
-¿Donde vamos ahora señora?
- Al Teide respondió
Durante el ascenso ella se iba fijando en el paisaje dejaba atrás el calor y a medida que iniciaban el ascenso el clima iba pasando por las diferentes estaciones, al llegar a la cumbre las nubes rodeaban los laterales del coche, hizo parar al taxista para bajarse, era increíble, podía agarrar con las manos las nubes, le rodeaban gran parte de sus piernas, hacia un frió que la hacia tiritar pero eso no impedía que ella disfrutará con aquellas sensaciones y el espectacular escenario que sus ojos estaban presenciando, lloró de emoción y oró a la Naturaleza por ofrecer tanta belleza.
Iba ensimismada en sus pensamientos cuando de nuevo escuchó la voz
-¿Y ahora donde quiere ir?
- al hotel respondió
Estaba cayendo ya la tarde cuando llegaba a su destino, se refrescó en su habitación cuando cayó en la cuenta que no había digerido ningún alimento durante todo el día.
Había saciado el sentido de la vista, del oído, el olfato le faltaba saciar el gusto...pidió su comida favorita y la regó con un buen vino.
Era noche cerrada cuando encamino sus pasos hacia la playa, se escuchaba el rumor de las olas, sus pies descalzos se acomodaban a la arena casi negra que pisaba. Sentose frente al mar y se dedico sencillamente a observar el oleaje hasta que descubrió una tenue luz en el horizonte, estaba amaneciendo, puso rumbo hacia el hotel.
Entro en su habitación, se duchó y desnuda se tumbo con los ojos mirando al techo, había llegado la hora, destapo el frasco y vació su contenido en su mano, una a una fueron cayendo las pastillas en su boca que tragaba con inusitada calma hasta que se durmió.


¿Si supieras que te queda un día para morir que harías?

La nada silente


Se despertó vagando descalza por las calles, no reconocía los lugares que prendidos quedaban en las pupilas de sus ojos, su cuerpo apenas cubierto por una fina túnica se pegaba a él aterido de frió.
No sabia quien era, que estaba haciendo allí
Sonó un estruendo en la lejanía, una sirena recorría el silencio de aquel gélido amanecer.
Sintió unas manos que palpaban su cuerpo, golpeando su neumotórax, cerro los ojos
La nada silente se hizo con el espacio.
Escucho una voz que decía:
No hay nada que hacer, firma el éxitus a las 6.30 h.