*EL SECRETO QUE OCULTAN SUS OJOS*

La bebedora de ajenjo

(La bebedora de absenta- Picasso)
El verde liquido caía suave por la garganta a la par que los efluvios subían por las dendritas centrales del cerebro, hasta crear una alucinación que la introducía en el mundo de la mente y de los viajes oníricos.
Cada tarde se sentaba en aquella mesita en la calle frente al parque, donde las hojas cobraban vida danzando a pares el ritual del viento, donde el canto de los pajaros entonaban melodías con arpegios sostenidos y rápidas garrapateas, donde el agua de las fuentes sonaban como violines y las voces que se escuchaban eran de tenores y barítonos cantores.
Ella bajaba cada día a entregarse al placer de la bebida, el ajenjo era su única razón de ser y la única que le daba expectativas ante la soledad y la amargura que sentía de verse sola en la vida.

El que la hace la paga

No podía creer lo que mis ojos veían y mis oídos escuchaban, aquella funcionaria de Correos estaba denigrando a otro ser humano ante mi.

El hombre titubeaba, temblando el impreso en las manos, le decía;

-Por favor, ¿me puede rellenar el impreso para enviar un giro postal?.


- ¡No! no es función mía, vaya al conserje.

-Por favor, por favor, el conserje me ha dicho que tampoco es su función.

-¡Apartese! hay otros usuarios esperando en la cola.

El hombre, casi echándose a llorar, rojo de vergüenza le suplicaba, hasta que por fin él sin tapujos le dijo.

-No sé leer ni escribir...

Aquella adusta joven, ni se inmuto, haciéndole abandonar la cola.

En ese momento en que estaba detrás de él, siendo la próxima, me subió la indignación, le dije al apesadumbrado señor, que no se preocupara que se lo rellenaría, así lo hicimos y volvimos a la cola de nuevo. El hombre agradecido me dio las gracias estrechando mi mano.

Cuando me tocó el turno, le recrimine a la funcionaria, su falta de tacto, esta poseída de soberbia, me dijo que no era asunto suyo que fuera analfabeto, no tenia entre sus obligaciones esa función.

Hice mi envío, y acto seguido le pedí sus datos, marchándome a poner una reclamación ipso- facto.

A los pocos meses, cuando volví aquella prepotente joven de cabellos castaños, no estaba en su puesto de trabajo, cuando pregunté al nuevo funcionario por ella, puesto que recordaba su nombre, me dijo.

La cambiaron de puesto y de ciudad, lamentablemente cuando se dirigía a su nuevo destino por falta de visivilidad de una señal de trafico, tuvo un accidente, falleció en el acto.

De que nos sirve saber leer si una tromba de agua puede ocultar una señal haciendonos perder la vida musito el funcionario.

Hice mi envio y me marché con la sensación de que el que la hace la paga.